Quizás el episodio más famoso en el que un equipo modesto eliminó, contra todo pronóstico, a un 'gigante' del fútbol fue el 'Alcorconazo'. Aquel 27 de octubre del año 2009, el Alcorcón le endosó una humillante derrota por 4 goles a 0 al Real Madrid entrenado por Manuel Pellegrini.
Aunque no han llegado a superarlo, esta temporada, en la anterior ronda de Copa del Rey, algunos equipos 'pequeños' han emulado la heroicidad de eliminar, a doble partido, a un equipo de la élite de Primera División.
El Lleida lo hizo ante la Real Sociedad y el Formentera ante el Athletic. Este tipo de eliminaciones y derrotas intentan explicarse a través de inumerables supuestas causas, todas ellas relacionadas con el compromiso y la actitud.
Más allá de los achaques a la falta de compromiso con el escudo o ganas de los jugadores, podría existir una respuesta o explicación con mayor base científica y demostrable que aquellas que simplemente ponen de relieve la falta de profesionalidad de los jugadores.
Esta explicación tendría que ver con la respuesta psicológica que el cerebro de los futbolistas de los equipos grandes ofrecen, de manera involuntaria, ante equipos menores. Dicha respuesta se explicaría por el principio de supervivencia que rige el comportamiento del ser humano.
De manera no consciente, el cerebro estaría programado para analizar las diferentes situaciones a las que se enfrenta, y en función de ellas, ofrece una respuesta apropiada. En el caso que nos ocupa, sería el partido y el rival que, de manera involuntaria, determina como situación de 'peligro menor'.
Así, el futbolista reserva energía, desactiva funciones cognitivas y elige conductas de menor implicación en el juego, de cara a situaciones que realmente supongan un verdadero riesgo o reto para el cerebro.
De la otra parte, tenemos a los jugadores teóricamente de menor nivel, en los que el mecanismo anteriormente mencionado funciona al contrario. El cerebro se activa al máximo, las funciones cognitivas y conductales se aplican a pleno rendimiento y la intensidad y el esfuerzo es del 110%.
Este tipo de comportamiento es así desde que el hombre es hombre y debe quedar claro que no se trata de una elección voluntaria, sino más bien de un mecanismo de supervivencia y autoprotección. La profesionalidad de los futbolistas está fuera de toda duda.