Mascherano le hará un último favor al Barcelona: irse el 31 de enero por las bajas en defensa del club. Tenía previsto irse tras el 'Clásico', pero se quedará hasta entonces para paliar las bajas del equipo de Valverde. Mientras tanto, el Barça trabaja a destajo en encontrar a un sustituto.
El problema es que encontrar a un recambio decente en el marcado a estas alturas no es nada fácil. El Barcelona, además, quiere un central con un perfil muy concreto. Los 'culés' piden tanto dotes defensivas como capacidad de darle una buena salida al balón.
El conjunto azulgrana tiene tres opciones: fichar ya a un central, aguantar con lo que tiene o no dejar salir a Mascherano. Esta última opción es la que tiene menos fuerza, ya que el Barcelona se muestra dispuesto a atender la petición del futbolista, y el club ya trabaja en la primera.
El favorito del Barcelona es Íñigo Martínez, pero cuesta 32 millones de euros y ficharlo implicaría reconocer que las cosas se hicieron mal en verano. Tampoco se quiere acelerar la llegada de Yerri Mina, por lo que Robert Fernández está mirando otras alternativas. Un requisito indispensable es que el elegido pueda jugar Champions.
Que Valverde se arregle con lo que tiene (Piqué, Umtiti y Vermaelen y recurrir al parche puntual de usar a Busquets y Digne como centrales) es una opción muy arriesgada, sobre todo para Europa.
El Barça ha tenido muchos problemas para fichar centrales en los últimos años, exceptuando a Umtiti. El club ha gastado casi 200 millones de euros en lo que llevamos de siglo en centrales y la mayoría no han cumplido con las expectativas.
Desde el año 2000, el Barcelona ha fichado a 14 centrales, pero sólo cinco han dado un buen rendimiento: Márquez, Milito, Piqué, Mascherano y Umtiti. Algunos de los restantes han protagonizado los mayores fracasos en la historia del club, como Christanval o Chigrinskiy.
Eso sí, con el único central puro que ficharon los 'culés' en el mercado invernal en toda su historia no pudieron acertar más: fue Frank de Boer. El Barça lo fichó con Van Gaal en el banquillo en el año 98 y rindió a un nivel notable durante varios años.