Locura, cordura y, sobre todo, pasión. No faltó de nada en un Otkrytie Arena ruso engalanado en el 'stage' previo a la gran final. Sin su gran estrella, Portugal afrontaba un reto complicado frente al combinado de Osorio, tocado en el orgullo tras la humillación sufrida ante Alemania.
Quizá fueron esos platos rotos los que hicieron que el choque comenzara decantado por México. Fernando Santos apostó por una presión intensa en el centro del campo mientras que Osorio aguardó a la contra en los primeros compases.
Funcionó la táctica del 'Tri', que vio cómo, tras un tímido dominio de Portugal, que trató de aprovechar su juego de bandas, se convirtió en amo y señor del partido. Eso sí, lo hizo sólo después de que el 'Memo' Ochoa arrancara de cuajo las ilusiones lusas deteniéndole un penalti a André Silva.
Mucha intensidad, poco acierto
Después de la pena máxima errada por el delantero luso, el partido subió de revoluciones y comenzó un mano a mano tremendo entre Rui Patrício y Ochoa. El primero se llevó el premio colectivo, el segundo, con una actuación magistral, el reconocimiento de todo un país.
Las ocasiones comenzaban a sucederse una tras otra y los delanteros cada vez se desesperaban más. Los cancerberos se convirtieron en gigantes que cubrían las porterías, lo que provocó que llegara el descanso sin movimiento en el marcador.
Goles a destiempo
La locura comenzó a dejarse ver justo después de que los 22 protagonistas salieran del túnel de vestuarios. México inauguró el luminoso gracias a una jugada de Chicharito por banda derecha que acabó dentro de la meta lusa a causa de un mal despeje de Neto. La suerte esquivaba a Portugal, que veía como el tercer puesto se le escapaba tras un autogol y un penalti marrado.
El gol provocó que Santos le diera entrada a Quaresma, uno de los pesos pesados del vestuario. El '20' desequilibró el partido mediante sus internadas desde banda derecha. En una de ellas, con el tiempo cumplido, llegó el tanto del empate. El extremo puso un balón templado al corazón del área que remachó Pepe de manera poco ortodoxa, haciendo inútil el recital de Ochoa, que poco antes le sacó un remate a bocajarro a Gelson.
Esta vez sí
El ex defensor del Madrid provocó una prórroga que, esta vez sí, le daría la razón a Portugal. El cuadro de Santos mejoró y se puso por delante en el marcador tras un penalti convertido por Adrien Silva y provocado por una mano clara de Layún dentro del área.
El resto, polémica, expulsiones y de todo menos fútbol. Semedo se fue a la calle por soltarle una patada involuntaria a Lozano en la cara durante una disputa de balón. Raúl Jiménez vio la roja en una acción similar. Y por último, Osorio también acabó el partido en las duchas al protestar por un penalti que pidió el 'Tri' en el último minuto. Y para el que el VAR no hizo acto de presencia. Aún queda mucho por mejorar...