San Siro era consciente de que esta era una noche para brillar y presumir de sus nuevas estrellas y le dio una bienvenida más que cálida a sus 11 guerreros. Montella, sólo dejó fuera a Ricardo Rodríguez y a Musacchio, el resto de incorporaciones saltaron al campo desde el inicio.
El dominio fue exageradamente apabullante. Casi sin tocar el balón en los primeros 10 minutos, el Shkëndija dejaba ver su planteamiento: el menor número de goles posibles. Algo que, con las ansias de comerse Europa que tiene este Milan, acabó siendo una quimera incumplida.
André Silva abrió el marcador al llegar al primer cuarto de hora. Montolivo fue el siguiente en anotar y el propio jugador portugués cerró su doblete particular antes de llegar a la primera media hora. Con 3-0 en el descanso, el partido y la eliminatoria estaban casi vistos para sentencia.
Pero todavía quedaba tiempo para continuar con el recital. Borini, Antonelli, casi sin querer, y de nuevo Montolivo, hicieron que el balón besara las redes de la portería de un estadio que ha comenzado a enamorarse de un Milan que, al fin, sí da lo que promete.