Ocurrió en Noruega. En un jugada totalmente fortuita, pero desafortunada, el portero llegó demasiado tarde y arrolló al delantero.
El guardameta recibió la roja de inmediato, pero el atacante se quedó tendido en césped cogiéndose la pierna, que le colgaba, totalmente incapaz de sujetarla en el aire naturalmente.