Aunque desde Turquía defienden que el fútbol es una pasión, también reconocen que en demasiadas ocasiones se ha sobrepasado el límite de la deportividad, desencadenando hechos lamentables y bochornosos para el país.
En este sentido, la Federación turca está haciendo grandes esfuerzos para acabar con la violencia y demostrar la capacidad de organización de un evento internacional.
Una de las medidas adoptadas es la instalación de un sistema por el cual todo aquel que entra en un estadio debe estar identificado previamente con una tarjeta personal e intransferible con la cual comprar una entrada o un abono.
Al sistema, implantado en 37 estadios y en todos los equipos de Primera y Segunda División, han sumado una cámara que identifica a cada aficionado en cada puerta del estadio.
Dentro del campo, el aficionado es vigilado en su sitio asignado durante el transcurso del encuentro, con las 15.000 cámaras que escudriñan todo lo que sucede tanto en las localidades como en los alrededores.
Todas las imágenes son enviadas a la sede de la Federación, donde cuidan de la seguridad del fútbol turco para tenerlo todo bajo control.
La apuesta de Turquía por el fútbol supera el billón de euros, tras la construcción de 21 estadios inaugurados entre 2009 y 2017 y otros 17 ya planificados...