Sigue el éxito casi absoluto de la 'era Zidane'. Los blancos olvidaron los problemas de la pretemporada y se alzaron con su primer título del año a la primera oportunidad. Cuando hay algo en juego, los del técnico galo se transforman. Dejaron de lado sus problemas de los Estados Unidos y fueron un equipo nuevo.
O más bien viejo, porque repitieron la fórmula del éxito de la pasada campaña. Con un centro del campo en el que Isco llevó la manija y Casemiro fue la brújula, a nadie le extrañó que los dos futbolistas fueran decisivos para el éxito de los 'merengues' en Skopje.
En Europa manda el Madrid.
Volvió a abrir la lata Casemiro, un hombre del que todos reían hace no mucho y que se está especializando en ver puerta en citas clave. Marcó ante el Barcelona la pasada campaña e hizo el decisivo 2-1 en la final de la Champions. Ante el Manchester United, volvió a hacer lo más difícil: abrir el marcador cuando el dominio de los blancos empezaba a ser aplastante.
Antes, el mediocentro brasileño incluso se había permitido el lujo de encontrar el larguero en un saque de esquina que tenía toda la pinta de gol, pero que no lo fue por verdadera mala suerte.
Y si Casemiro fue el gran protagonista en la primera parte, en la segunda mitad, el partido lo encarrilaría Isco con un tanto en el que el malagueño hizo lo que quiso. Un jugador que, como Casemiro, no tenía sitio hace unos meses y supo reconducir la situación. Debería de tomar nota de él un James que buscó la opción contraria, nadó en la autocomplacencia y acabó en Alemania, lejos de los focos y de los títulos que sigue levantando el Real Madrid.
Un United de menos a más.
Enfrente estuvo el United de Mou, que jugó a lo que el portugués siempre ha querido. Buscó la presión y la recuperación rápida de su centro del campo, pero cuando los Isco, Kroos, Modric y Casemiro se pusieron a tocar, los 'red devils' poco pudieron hacer.
El 1-0 cayó como una losa para los ingleses, que pudieron llevarse alguno más en la primera mitad. Y el 2-0 avecinaba una goleada, que no lo fue porque Bale se estrelló de nuevo con el larguero en una acción en la que lo más difícil era no batir a De Gea.
La entrada de Fellaini y el cambio del United hacia un juego aún más directo niveló el partido, que cobró emoción tras el 2-1 de Lukaku. El belga, que había perdonado en una acción idéntica minutos atrás, a la segunda no perdonó a un Keylor demasiado inseguro y que no terminó de despejar con acierto el poco peligro que los de Mourinho crearon en todo el partido.
Fue curiosamente en el momento en el que el luso retiró a Herrera y Fellaini ocupó su lugar cuando el United disputó sus mejores minutos. Los ingleses pudieron empatar en un mano a mano malogrado por un errático Rashford, pero el Madrid también pudo sentenciar en las botas de Asensio tras un jugadón mágico de Lucas.
No hubo machada de los 'red devils' en los siete minutos de descuento y el Real Madrid levantó su cuarta Supercopa de Europa simplemente porque fue mejor. Y es que, cuando hay títulos en juego y la pretemporada languidece, el Real Madrid es otro. El de siempre.