Ocurrió al poco de comenzar la segunda parte en Riazor. Un rival estaba tendido sobre el terreno de juego y los jugadores del Dépor le pedían a Ramos que echara el balón fuera.
El defensa blanco, en lugar de hacerlo, optó por seguir la jugada. Era su 'venganza' por una jugada previa, en la que el Dépor no echó el balón fuera para que fuera atendido un rival.
El esférico le llegó a Modric y, éste sí, ante los pitos de Riazor y las insistentes peticiones de los rivales, la mandó a la banda. Ramos se fue al meollo, quería pelea.
Los rivales le rodearon y le preguntaron que por qué había actuado así, y Ramos perdió los papeles. Se encaró con Schär y le dio un manotazo en la cara. El central suizo se fue al suelo, desplomado, como mandan las sucias leyes del fútbol.
La tangana estaba servida, pero no fue a mayores. Los jugadores del Madrid se llevaron lejos a Ramos, pero eso no le libró de ver la amarilla. Y que se dé por satisfecho, porque podía ser considerada perfectamente agresión y castigada con una roja directa que nadie hubiera protestado.
Y Schär, el agredido, también vio la amonestación. El fútbol es a veces incomprensible.
Sergio Ramos się mocno zagotował. Kosmicznie głupie zachowanie pic.twitter.com/ZY42DQz9gu
— Jakub Kręcidło (@J_Krecidlo) 20 de agosto de 2017