"Yo estuve a punto de suicidarme un día; tenía siempre la pistola en la mano para hacerlo y no me animaba. Estaba viviendo en un local, separado y no tenía nada. A veces no tenía para comer. Un día, quizás buscando excusas para hacerlo, pensé 'voy a llamar a Diego y si no viene me suicido", desveló la leyenda de Independiente de Avellaneda.
El sucampeón del mundo continuó su relato: "Lo llamé y le dije que me sentía mal, que quería hablar y él me dijo que no me preocupe. Pensé que no iba a venir, pero al rato apareció. Cuando vi su camioneta escondí el revólver por vergüenza, no le dije nada de lo que iba a hacer. Cuando llegó le dije que se siente en una silla, la única que tenía, y él me respondió 'No, si vos estás en el piso yo me siento con vos en el piso".
Maradona se volcó con Monzón y lo sacó del agujero en el que estaba inmerso. "En esa charla le conté que había nacido mi hija en Tucumán y no la conocía, no tenía ni para ir a verla. Bueno, gracias a él fui a ver a mi hija, tuve para comer, todo", confesó emocionado.
Por otro lado, habló de su expulsión en la final del Mundial del 1990 ante Italia. "La jugada fue un error mío; a veces un futbolista comete errores, en ese sector de la cancha no te tenés que tirar al piso, no te van a hacer un gol desde ese lugar. Klinsmann salta justo, no sentí la tibia de él en mi tapón, yo creo que si lo llego a tocar en esa patada todavía estoy preso", dijo para finalizar.