El Celtic recibió un primer toque de atención a la media hora de juego, cuando Ajer adelantaba involuntariamente al Astana introduciendo el balón en su propia puerta.
No preocupó a los de Rodgers, pues Sinclair igualaba el partido unos minutos más tarde. Con el 1-1, el Astana tenía que marcar seis goles más. No es posible perder 7-1 en el Astana Arena, ¿no?
Eso pensaba el Celtic. Pero cuando empezó la segunda parte, y en dos minutos el Astana se puso 3-1, empezaron a entrarle los sudores fríos a más de uno.
Cuando Twumasi anotaba su doblete a veinte minutos del final saltaron todas las alarmas. El Celtic era un coladero, y si ya había encajado cuatro goles, era posible encajar los tres restantes, con los nervios y el rival volcado.
Pero el Celtic aguantó. Más que aguantar, aprovechó las urgencias de su rival para maquillar la derrota. Ntcham y Griffiths anotaron dos tantos en los últimos 10 minutos y dejaron el resultado en un aceptable 4-3. Un 8-4 global. Y a la fase de grupos.