Las grandes historias incluyen un poco de épica, un poco de suspense y, algunas, un final feliz. El Celta de Vigo hoy ha escrito la suya propia, logrando algo que se le resistió durante los ciento y pico años de historia que tiene este club.
Se presentó en Genk con un objetivo, mantener la renta, mínima, de un gol lograda en Vigo. Esto quería decir que no había margen de error, y que el Celta jugaría sin red salvo que anotase.
Sin embargo, los de Berizzo supieron templar los nervios y contener las acometidas de un Genk que sabía lo que se jugaba, y que también sabía que encajar significaba prácticamente ser eliminado a las puertas del último peldaño antes de la gloria.
El Celta de Vigo resistió el envite inicial y se adueñó del partido. De hecho, las mejores ocasiones de la primera parte fueron para el Celta, pero no hubo puntería.
A cambio, el Genk también dispuso de las suyas propias, casi siempre a balón parado, una suerte que los belgas dominan a la perfección y que el Celta, aunque ensayó, no logró saber contrarrestar eficazmente.
La mala noticia, la que trastocó los planes de Berizzo, fue la lesión de Guidetti casi al filo del descanso. El sueco, un martirio para la zaga rival, recaía de su lesión y obligaba a gastar el primer cambio al Celta.
Entró un Beauvue que peleó cada balón como si le fuese la carrera en ello, y el Celta lo agradeció. Podía haber entrado desconectado al partido, pero fue todo lo contrario.
Mientras tanto, el Genk poco a poco le tomaba la medida al Celta... Se mascaba la tragedia.
En esas llegamos al descanso y comenzó la segunda mitad, con un Genk más lanzado al ataque, buscando el gol que le diese el pase. Eso significaba dos cosas: más sufrimiento en defensa para el Celta, y la posibilidad de encontrar más huecos para que Aspas y Sisto hicieran sus travesuras por banda.
Pasada la hora de partido el Celta vio la luz. Robo de Pione Sisto en tres cuartos de cancha rival, conducción hasta la frontal y, esta vez sí, disparo y gol. El balón hizo un bonito efecto y cayó en picado una vez superó a un Ryan que no se esperaba ese tiro.
La euforia se desató en el banquillo celeste, pero el Genk no había dicho su última palabra. ¿Qué ocurrió? La de siempre del Celta, otro maldito despiste que añade un extra de picante que nadie en Vigo había pedido a esta salsa.
Error imperdonable de Cabral, apenas unos minutos después de que Sisto diera ventaja a los suyos, que no perdonó Trossard. Tocaba sufrir. Tocaba sufrir casi media hora, una eternidad a estas alturas del campeonato.
El Celta se replegó todo lo que pudo y dio aire fresco a su centro del campo con la entrada de Jozabed. El Genk quemó sus naves y culminó sus cambios poniendo a un 'tanque' como es Dewaest entre Fontàs y Cabral.
Pero el conjunto gallego resistió el vendaval. Aguantó firme, no sin llevarse algún susto, y logró el premio soñado, clasificarse para las semifinales de una competición de clubes a nivel internacional.
El Genk lo había intentado. Otro gol, ante un Celta cada vez más nervioso, era posible y les hubiera dado el pase. Pero también la ansiedad les pudo. Se acabó el tiempo. El Celta 'rascó' el empate que necesitaba y se clasificó.
Eso sí, los de Berizzo tardarán en conocer qué equipos podrían ser sus rivales, porque éste es el único de los cuatro cuartos en no decidirse tras la prórroga, o los penaltis...