¿Por qué la gente no entiende que el fútbol, hoy en día, es un negocio? Un negocio en el que la inmensa mayoría los futbolistas de élite son trabajadores privilegiados que se venden al mejor postor.
Los colores son para los aficionados y, como mucho, para los chavales que se han formado en las categorías inferiores del equipo y que a base de trabajo y talento han llegado a la cima.
Para el resto, el color es el del dinero. Y no hay que enfadarse ni hacerse mala sangre por ello. Es lo que se ha fomentado en los últimos 20 o 30 años.
¿Cómo podía esperar el aficionado medio del Barça que Neymar se quedase de por vida en el club azulgrana? ¿En qué cabeza cabía semejante pensamiento?
Neymar llegó por una millonada y ha dejado otra en las arcas del Barcelona. Entre medias, problemas con la justicia por el fichaje, evasión fiscal y dolores de cartera. Llegó el PSG y le ofreció el paraíso, también el financiero.
Entonces, si entendemos que los futbolistas se van a ir, por norma general, al equipo que mejor les pague, ¿por qué algún cabeza hueca gritó en el Camp Nou que quería la muerte de Neymar?
Más importante, ¿por qué hubo otros pocos descerebrados que le siguieron el infame cántico? ¿Por qué se empañó un día de fiesta, un día de homenaje a un equipo que vivió un infierno cuando iba a entrar en el Olimpo con esa injustificable actitud?
El Torneo Joan Gamper empezó como se esperaba. Con un homenaje a Chapecoense, con el emotivo saque de honor de dos de los supervivientes, Neto y Follmannn. Con el cambio del tercero, Ruschel, a la media hora de partido.
Con el Barcelona jugando a placer ante un rival inferior, pero encantado de poder pisar un templo del fútbol como es el Camp Nou. Encantado de medirse a estrellas del fútbol mundial como Messi, Suárez o Iniesta.
Encantado de que el estadio entero ovacionara a Elias Curzel tras cada parada, pues aunque encajó los cinco goles, evitó muchos, muchos más.
Y en medio de los aplaudos, de las ovaciones, del sentido homenaje, a algún tarado, enfermo mental, se le ocurre gritar 'Neymar muérete'. Todo, porque el muchacho encontró un trabajo mejor pagado. De acuerdo, en la competencia, pero así es el mercado. Bienvenidos.
No se fue de la forma más elegante posible, al menos de cara al público. Es cierto. Pero con sus ya ex compañeros de vestuario ha habido mil y un mensajes de despedida, en los que no se ve un ápice de resentimiento por su parte.
Esperamos que este hecho sea realmente aislado. Que sólo fueran algunos mendrugos, tarambanas con menos cerebro que corazón. Falsos aficionados que fueron al Camp Nou de forma excepcional, y no habitual cada domingo (o sábado a las 16.00, ya saben, fútbol moderno).
Lo veremos el día 13, cuando el Madrid visite el Camp Nou en la ida de la Supercopa. Y la prueba de fuego será si Barça y PSG se ven las caras en la Champions.
Ya ven, se tendría que haber hablado sólo de Chapecoense, de Ruschel, de Neto, de Follmann. Pero no. Una verdadera pena.
Y no, no es magnificar un hecho aislado. Es denunciarlo y ponerlo en evidencia para que no vuelva a ocurrir.