"No me gustó la grandeza de ser un profesional. El dinero, los clubes nocturnos, las mujeres… Todo eso estaba bien con 20 años, pero cada vez me sentía más insatisfecho con mi vida", aseguró Mulryne.
"Me encanta pasarlo bien. Ese estilo de vida me ha dado placer, pero no fue para toda la vida. Me compré tres o cuatro coches en un año porque estaba aburrido y siempre quería más. Nunca fue suficiente. Pensé que ese estilo de vida me iba a hacer feliz", añadió el ahora sacerdote.
Y es que este ex jugador llegó a compartir vestuario en sus años de futbolista con leyendas como Beckham o Gigs, pero pese a esto, decidió cambiar su vida en los terrenos de juego por una vida mucho más tranquila, y satisfactoria, según él, como sacerdote.