Tenía sólo 11 años y vivía en Nigeria cuando, mientras jugaba al fútbol en la calle con sus amigos, recibió una terrible noticia por parte de su tío, que fue a buscarle inmediatamente al enterarse de que los padres del hoy integrante del Chelsea habían sido asesinados.
Moses vivió los peores meses de su vida en casa de su tío. No podía casi salir a la calle, ya que su padre fue un ministro religioso católico de la ciudad de Kaduna y, con la proclamación en Nigeria de la Ley Islámica en 2002, las calles dejaron de ser un lugar seguro para las personas no afines a dicha religión.
Su tío le consiguió asilo político en Inglaterra, donde fue acogido por una familia londinense de origen humilde. Allí se apuntó a la categoría inferior de un equipo amateur, el Cosmos 90 FC, y sus grandes cualidades llegaron a un ojeador del Crystal Palace, equipo que le fichó en 2007.
Después de tres temporadas, cambió de camiseta para vestir, hasta 2012, la elástica del Wigan, club con el que saltó a la fama. De ahí, al Chelsea que ganó la Europa League de la mano de Rafa Benitez.
Pero, al igual que su comienzo en el fútbol, su pimera etapa en el Chelsea fue bastante complicada. Los tres años siguientes, Moses encadenó tres cesiones (Liverpool, Stoke y West Ham), pero la llegada de Conte al equipo 'blue' supuso un antes y un después para él.
De mano del italiano, Moses disputó 34 partidos de la pasada Premier, que acabó en manos del equipo londinense, en parte, gracias a él. Fue un fijo en el esquema 'blue' y vio recompensado su trabajo con su primera Liga como profesional.
Y, aunque su palmarés es corto (sólo tres trofeos), es más que brillante: Premier, Europa League y Copa África. Tres premios para un niño que superó un infierno para conquistar el cielo del fútbol.