De entrenador desconocido a campeón del Brasileirao con Corinthians

Nacido el 26 de septiembre de 1973 en Sao Paulo, Fábio Luiz Carille de Araújo es visto por la directiva como un heredero del juego y el estilo de Tite, el actual seleccionador brasileño, con el que trabajó en el club paulista.

Su llegada es un ejemplo más de la nueva leva de entrenadores brasileños, como Jair Ventura (Botafogo), Zé Ricardo (Vasco), Fabiano (Atlético Paranaense) o Elano (Santos), que van ganando espacio en el siempre cerrado mundo de los banquillos del país.

Carille inició su andadura en el mundo del fútbol en Sertãozinho, municipio en el interior del estado de Sao Paulo al que se mudó con su familia cuando tenía apenas 12 años.

Tras destacar en las categorías inferiores del equipo local, inició una extensa carrera en el fútbol profesional en el XV de Jaú.

Como central o lateral izquierdo, llegó a jugar en el propio Corinthians (1997-1999), y en otros clubes de renombre en Brasil como Portuguesa de Sao Paulo, Coritiba, Paraná, Santo André o Santa Cruz de Recife, así como en el Guangzhou chino.

Tras colgar las botas en el Gremio Barueri en 2007, tuvo una breve etapa en el Gremio de Porto Alegre, dirigido entonces por Mano Menezes para preparar su nueva vida en los banquillos, que empezó como auxiliar-técnico en el Gremio Barueri hasta que, en 2009, Mano Menezes lo incorporó a su equipo técnico en el Corinthians.

Carille fue auxiliar de todos los técnicos que pasaron entre 2009 y 2017 por el Corinthians, Mano Menezes, Adilson Batista, Tite, Cristóvão Borges y Oswaldo Oliveira, con los que logró una Libertadores, un Mundial de Clubes, dos Campeonatos Brasileños, una Copa de Brasil y dos Campeonatos Paulistas.

En este período ocupó brevemente el banquillo del 'Timao' en dos ocasiones: tras la marcha de Menezes a la selección brasileña en 2010 y, en septiembre de 2016, cuando Cristóvão Borges fue destituido.

Al finalizar el Campeonato Brasileño del año pasado, y tras no avanzar las negociaciones que el Corinthians tenía con varios técnicos, la directiva decidió apostar por Carille y darle el mando del equipo.

"Fábio no tiene que aprender. Tiene experiencia, conoce. Nadie pasa ocho años aquí impunemente. Evaluamos esto, conversamos mucho. Esta indicación fue una de las más bien recibidas en el Corinthians. No hubo rechazo", explicó en su día el director de fútbol del club, Flávio Adauto.

Pese a la desconfianza que generó su fichaje entre la afición, sumada a la falta de refuerzos de peso, Carille transformó el Corinthians en una máquina de resultados.

Sin destacar por un buen juego, el joven técnico logró hacer un equipo muy compacto, muy ordenado defensivamente y que concede la iniciativa al rival para sorprender luego en rápidos contragolpes.

Los primeros resultados llegaron con la victoria en el Campeonato Paulista, que puso fin a cuatro años de sequía, y tras una gran fase final en la que derrotó en semifinales al Sao Paulo y en la final al Ponte Preta, ambos de la primera división brasileña.

Carille optó desde el inicio por un once claramente definido, con Cássio entre los palos, Fágner y Guilherme Arana en los laterales y el paraguayo Fabián Balbuena y Pablo en el eje de la zaga. Gabriel y Clayson formaron el doble pivote, garantizando la protección a los mediapuntas Ángel Romero, Rodriguinho y Jadson.

En punta, recuperó el mejor nivel de Jo, que lleva 23 goles esta temporada, 16 de ellos en la Serie A.

Tras firmar la mejor primera vuelta de la historia del Brasileirao, en la que terminó invicto, Carille empezó a recibir críticas por el flojo rendimiento en el segundo turno, en el que el equipo sumó hasta seis derrotas que pusieron en jaque su liderato.

Criticado por mantener a jugadores en baja forma, como Jadson, Rodriguinho, Romero o Fagner, Carille no se inmutó y continuó con su estilo tranquilo, pausado y estudioso del rival, para darle la vuelta a la mala racha y acabar llevando el Corinthians al título.

Evangélico y abstemio, Carille, un admirador de Carlo Ancelotti y del fútbol organizado, entró en el olimpo de la exigente afición corinthiana, a la que se echó en el bolsillo y con la que quiere seguir haciendo historia en 2018.

Recientemente, la directiva lo premió renovando su contrato hasta diciembre de 2020.