Isco Alarcón es el claro ejemplo de que lo blanco se puede convertir en negro. O en su caso, lo azulgrana pasar a ser un impoluto y resplandeciente blanco. Isco, niño mimado del Bernabéu, dejó atrás un pasado en clave barcelonista, viajó hasta Madrid con su perro Messi y se apropió de las llaves del Bernabéu.
Pero Isco siempre contó con el beneplácito del madridismo, que perdió el sentido con su talento después de un Europeo Sub 21 escandaloso. Aquella fue la última señal que necesitó Florentino para llamar al Málaga y abordar la operación.
Lejos de tenerlo en cuenta, la afición blanca pasó por alto unas famosísimas declaraciones de Isco, cuando aún defendía los colores del Valencia. "No era del Madrid de pequeño, diría que soy un poco antimadridista. Es un equipo que a mí nunca me gustó, aunque uno no sabe dónde va a estar su futuro", decía el centrocampista en 2009.
Aquellas palabras resonaron con fuerza nada más aterrizar en el Madrid: "Me da la impresión que es un club prepotente por cómo son los jugadores. Sin humildad no puedes llegar a ningún lado". Casi nada.
Pero el Bernabéu, harto de que las perlas del fútbol español no vistieran de blanco, purgó sus pecados. Incluso, Isco se negó a besar el escudo del Madrid el día de su presentación, intercambiando ese gesto por su primer momento de gloria.
Éste llegó en la primera jornada de su primera campaña como 'merengue'. El Betis amenazaba con arrancar un punto de territorio madridista cuando apareció la cabeza salvadora de Isco, cuya irrupción en el actual campeón de Europa fue meteórica.
Así fueron pasando los meses, los años y las temporadas. La 'bbc' le postergó al banquillo casi por costumbre, aunque el talento siempre le convirtió en uno de los jugadores más utilizados. Isco tiró de paciencia y se limitó a repartir magia en cada acción, aunque el paso del tiempo le obligó a pensar en una solución.
"No me voy a rendir tan fácil, pero asi al final de temporada veo que tengo pocos minutos, me buscará alguna opción. Si no encuentro un hueco en el once titular, me gustaría dar un paso al frente. Si no puedo triunfar aquí, puedo hacerlo fuera", decía en octubre pasado.
El fútbol, cambiante como pocos deportes, le colocó de golpe en la primera línea. Isco lideró al Madrid en un fantástico tramo final de campaña, coronado con Liga y Champions. La reciente renovación fue la recompensa a la paciencia y el trabajo de este ídolo madridista que hace no mucho prefería el azulgrana al blanco.