Pasó el tiempo, se ganaron dos Eurocopas y un Mundial, pero en el imaginario español sobrevive muy fresco aquel partido contra Yugoslavia en el que Alfonso se convirtió en el Sergio Ramos de toda una generación.
España necesitaba ganar para alcanzar los cuartos de final, pero el partido se le fue complicando por momentos. Yugoslavia se adelantó hasta en tres ocasiones, pero el combinado español consiguió empatar hasta en tres ocasiones.
Alfonso, Munitis y Mendieta mandaron el partido al descuento con un 3-3 que no le servía a los de Camacho para pasar de ronda. Yugoslavia ya jugaba con uno menos por expulsión de Jokanovic.
Entonces apareció la magia. Guardiola colgó un balón desde el centro del campo, Urzaiz la peinó y Alfonso entró en la historia del fútbol español para conquistar una heroíca remontada que metía al equipo en los cuartos de final, donde finalmente les eliminaría Fracia en otro final dramático, con Raúl fallando un penalti en los últimos instantes para haber mandado el partido a la prórroga.