Serio, salió de vestuarios y pasó por zona mixta sin dedicar ni una mirada a los corresponsales destinados a Rusia. Sólo se detuvo un segundo con el enviado del diario 'AS'.
"No voy a hablar con nadie", le dijo, tras preguntarle, en un tono bastante amistoso, cuándo había llegado a Kazán. Un cordial saludo precedió a la escena.
Le preguntó éste si sería hoy el día en que rompiera su silencio, y volvió a obtener una negación por respuesta. Y se marchó, de nuevo serio, de la zona mixta.
Cristiano no hablará de su futuro todavía. Habrá que esperar para saber qué saldrá de la charla que, sin duda, tendrá con Florentino Pérez, y cuáles serán las consecuencias de la misma.
Lo cierto es que con la eliminación de la Confederaciones, Cristiano ha perdido una gran ocasión para revalorizarse hasta el infinito.
Tras ser el 'MVP' de los tres partidos de la fase de grupos, merecidos o no, en semifinales se topó con una Chile a la que no pudo meter mano de ninguna forma. Y, para colmo, su intento de convertirse en el héroe del pase se vio frustrado por un excelente Claudio Bravo.
Ya no tendrá la ocasión de proclamarse campeón de la Confederaciones, y tener así otro as en su manga a la hora de negociar con el Madrid. Quizá eso fuese lo que provocase su gran enfado y sus pocas ganas de hablar de nada, y no el hecho de haber sido eliminado.