Durante una hora, el Girona le echó el candado a la pelota y torturó a un Atlético que tenía que usar prismáticos para ver a Gorka. Presión alta, combinación a un toque, búsqueda de las bandas y centros al área. Un plan en apariencia simple con el que el cuadro de Machín trató de tú a tú al grande.
La rebelión del pequeño Girona (sin olvidar el sostén del City) la lideró Stuani con sus dos goles. El delantero uruguayo fue el ariete de un ejército de valerosos soldados. Pere Pons, Aday, Portu... El Girona parecía el Atlético y el Atlético, sólo once camisetas desperdigadas por Montilivi.
El Girona de hecho anotó dos goles que harían sonreír al propio 'Cholo' Simeone. Granell envió un centro venenoso al área y Stuani se alzó como un gigante para rematar. Minutos después, parecida maniobra pero a balón parado. El Atleti aún seguía en Madrid.
Lo que parecía la rendición con la polémica expulsión de Griezmann dio alas al Atlético de Madrid. No se puede dar por vencido a un equipo que tiene en la fe su gran seña de identidad. No tuvo fútbol, pero sí empeño. Y a Correa.
Salvador Correa
Salió Correa, el Girona empezó a notar los estragos del esfuerzo y el rosarino hizo suyo Montilivi. Las carreras del pequeño Correa empujaron al Girona a su área. Ahí Correa supo hacer daño con su velocidad y disparo.
El segundo acto de la reacción 'colchonera' llegó con una falta lanzada por Koke y rematada por Giménez con la colaboración de Gorka. El 2-2 no hacía justicia a los méritos de uno y otro, pero el fútbol no va de merecer.
El Atlético salvó un punto en una tarde en la que sólo con uno menos se pareció al sanguíneo equipo que dirige Simeone. Oblak, a segundos del final, evitó la última heroicidad de un Girona imponente más allá del resultado.