Chile peleará por su tercer título en tres años y lo hará tras una nueva tanda de penaltis triunfal. Los sudamericanos han engalanado todos sus éxitos recientes con su precisión desde los once metros y, si consiguen esta Copa Confederaciones, lo harán tras pasar una nueva tanda fatídica.
Los lanzamientos de penalti le dieron al encuentro una emoción carente durante los 90 minutos. A falta de un gol que lo cambiara todo, portugueses y chilenos se vigilaron en exceso y siempre confiaron en su fiabilidad más allá de los 90 minutos. No en vano, ambos se habían aupado al cetro continental tras pasar 120 minutos de juego en la final.
En ausencia de juego trepidante, los detalles pusieron emoción a la semifinal. Y si Bravo salvó a los suyos con una gran mano ante André Silva en la primera mitad, no fueron peores las ocasiones de Chile en la segunda mitad y, sobre todo, en la prórroga, con dos lanzamientos al palo que pudieron cambiar el signo del partido tiempo antes de llegar a los penaltis.
Los sudamericanos llegaron más frescos a ese final del partido porque están curtidos en mil batallas. Una brega que le faltó esta vez a una Portugal más preciosista y que acusó en exceso el gran número de minutos jugados esta temporada por su once titular.
Ausente por una vez Cristiano, tampoco en el otro bando hizo aparición Alexis y por eso no hubo desequilibrio. Los Vidal, Adrien Silva o Aránguiz se impusieron a los Vargas, Bernardo Silva o André Silva y las ocasiones brillaron por su ausencia, convirtiendo el partido en un choque táctico y, por momentos, tedioso.
Un calco de las últimas finales de la Copa América y, en definitiva, lo que buscaba Chile, que desactivó a la campeona de Europa y llegó a los lanzamientos desde los once metros con más confianza que nunca. Allí, Bravo hizo los deberes y Vidal, Aránguiz y Alexis no perdonaron a un Cristiano que verá la final desde la grada tras un adiós abrupto y por la puerta de atrás.