Se acusa a Benzema de no ver puerta, de no aportar al ataque. De que ya no puede esconderse ni tras la excusa de las asistencias. En 13 partidos, en 936 minutos de juego, suma dos y dos.
Esto es, un gol o asistencia cada 468 minutos de juego. O dicho de otro modo, Benzema participa de forma directa en un gol del madrid cada 234 minutos. Unos números paupérrimos para un delantero centro.
Ante el Atleti quedó patente que algo le pasa. Jugó 75 minutos y no tiró a puerta. Es posible que el esquema de Zidane le perjudique, y las malas lenguas hablan de que juega por decreto, como otros, aunque sea en una posición y con un rol que no le favorece.
Flaco favor le hace su compatriota de ser así. Porque sí, jugar, juega, pero a costa de ser irrelevante en el equipo, y de llevarse los pitos de la grada.
Pero quizá el problema no sea Benzema. Quizá el problema esté en el propio Real Madrid. En un Cristiano Ronaldo que está igualmente negado de cara a gol, pero al que salvan sus seis tantos en Champions.
Seis tantos que hay que desgranar para ver su verdadero valor: un doblete al APOEL en el Bernabéu, otro a un Borussia que es una verbena en defensa (aunque su verdadero declive comenzó precisamente con ese partido), un penalti al Tottenham y otro a los 'spurs' en la segunda vuelta cuando los blancos ya perdían 3-0.
Y mejor no hablemos de un Bale que ha jugado 718 minutos en 9 partidos, y que casi se ha pasado más tiempo lesionado que en forma en esta temporada. Y, aún así, el galés lleva 3 goles y 4 asistencias. Algo que debería dar verguenza a sus compañeros en ataque.