Hubo un tiempo, no hace muchos años, que Real Madrid y Barcelona se cansaron de jugar entre sí. Aquellas campañas del 'rally de 'Clásicos', aquellas dos Supercopas consecutivas...
La tensión, con un Mourinho punzante y un Guardiola que hilaba fino, alcanzó su máxima expresión en la Supercopa de 2011. En la ida, en el Bernabéu, un 2-2 que dejó insatisfechos a ambos. Al Barcelona, porque había remontado el tanto inicial de Özil y pudo dejar sentenciada la eliminatoria en el choque de ida tras ponerse 1-2 en la primera mitad. Y al Madrid, porque tras empatar con gol de Xabi Alonso pudo llevarse un resultado mejor al Camp Nou que un empate que le daba pocas opciones.
Con el mencionado 2-2 comenzó el encuentro, que enseguida encarriló para los locales Iniesta. Tras un rápido empate de Cristiano Ronaldo, su primer gol en el Camp Nou con el Madrid, el Barcelona se volvió a adelantar con un tanto de Messi, que igualó Benzema a 8 minutos del final, mandando el choque a la prórroga.
Pero Guardiola hizo debutar a Cesc y, casi en su primera acción, el centrocampista generó con Dani Alves el tanto definitivo de Messi. El Madrid perdió los papelers y, en el descuento, una criminal entrada de Marcelo sobre Cesc acabó con el brasileño expulsado.
En la tángana, tanto Villa como Özil vieron la roja y Mourinho se ganó la antipatía de todos los 'culés' metiéndole el dedo en el ojo al entonces ayudante de Pep Guaridola, Tito Vilanova, que le reprendió con una colleja.
Un episodio que no acabó ahí, pues en rueda de prensa el luso se empeñó en negar todo y acabó cambiándole el nombre al bueno de Vilanova, afirmando desconocer quién era "Pito Vilanova".
Una Supercopa que tendría su revancha un año después, con el triunfo del Real Madrid sobre un Barcelona de, esta vez sí, Tito Vilanova. Desde entonces, en 2012, este enfrentamiento no se ha vuelto a dar en el más importante trofeo de verano en el fútbol español.